Elaborado por Martha Arévalo, investigadora del Centro de Comercio Detallista de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
¿Sabías que tu próxima camiseta podría estar diseñada por un algoritmo? La moda ya no sólo cambia con las estaciones: hoy también se programa. En un mundo donde cada año se producen más de 100 mil millones de prendas —muchas de las cuales nunca se usan—, la inteligencia artificial (IA) aparece como una aliada estratégica para rediseñar la industria del vestir, desde sus fibras hasta las decisiones de consumo.
Lejos de ser una tendencia pasajera, la IA se integra cada vez más en los procesos de diseño, producción, comercialización e incluso en la experiencia del consumidor. Pero lo más interesante es que también está jugando un papel fundamental en la transición hacia una moda más sustentable.
Tal vez nos preguntemos: ¿qué tiene que ver la IA con la sustentabilidad? Más de lo que imaginamos. Diseñar colecciones que realmente se vendan, reducir desperdicios textiles, optimizar rutas de distribución o predecir preferencias de compra con mayor precisión son sólo algunas de las tareas que hoy se vuelven más eficientes gracias a sistemas inteligentes capaces de aprender del comportamiento del mercado.
La IA puede anticipar patrones de consumo, evitando la sobreproducción —uno de los principales males del fast fashion—. También facilita procesos de diseño más limpios, mediante simulaciones virtuales que eliminan la necesidad de múltiples prototipos físicos. Además, al integrarse con sistemas de trazabilidad, permite conocer el impacto ambiental de cada prenda desde su origen.
Marcas como Stella McCartney, por ejemplo, ya utilizan IA para optimizar sus procesos y medir su huella ecológica con mayor precisión. De hecho, la firma ha dado un paso más allá al asociarse con la “startup” Protein Evolution para lanzar la primera prenda del mundo fabricada con reciclaje biológico: una camiseta hecha a partir de residuos textiles descompuestos mediante enzimas.
Este avance no sóolo reduce significativamente la dependencia de materiales vírgenes, sino que también demuestra cómo la biotecnología y la inteligencia artificial pueden trabajar juntas en favor de la economía circular.
Pero no sólo las marcas están cambiando. La forma en que compramos también está siendo reconfigurada por la inteligencia artificial. Probadores virtuales, recomendaciones personalizadas y asistentes de compra, basados en datos, buscan mejorar la experiencia del usuario, reducir devoluciones y fomentar elecciones más informadas.
Algunas plataformas incluso integran indicadores de impacto ambiental en sus filtros de búsqueda, ayudando a quienes desean consumir con responsabilidad.
Sin embargo, como toda tecnología, la IA no está exenta de riesgos. El uso de datos personales, los sesgos algorítmicos y el greenwashing digital son desafíos reales que deben enfrentarse con ética, transparencia y regulación.
Si no se gestiona con cuidado, el discurso sustentable puede volverse parte del marketing vacío, pero si se utiliza con intención transformadora, la IA puede ser un puente entre innovación y conciencia. No se trata sólo de hacer más eficientes los procesos, sino de redirigirlos hacia una industria textil que sea regenerativa, justa y centrada en el bienestar colectivo.
La sustentabilidad ya no es una opción para las empresas, sino que se ha colocado como una prioridad para la industria de la moda.
En este contexto, la inteligencia artificial no busca reemplazar la creatividad humana, sino potenciarla como aliada en la transición hacia modelos más conscientes.
Su verdadero valor está en ofrecer alternativas al ciclo de producción excesiva que ha imperado durante décadas, aprendiendo de nuestros hábitos para ayudarnos a priorizar lo que realmente importa: menos desperdicio, más responsabilidad.
La IA ya está aquí, marcando patrones y sugiriendo nuevas formas de producir, comprar y vestir, pero el diseño del futuro sigue en nuestras manos.
Si vestir con datos puede ser tan inteligente como vestir con estilo, entonces que cada elección —asistida por tecnología y guiada por conciencia— sea parte de un nuevo relato; uno en el que la moda no sólo impone tendencias, sino que también impulsa transformación. Porque el buen gusto, hoy más que nunca, también incluye cuidar el planeta.